He ido a ver la película Everest. A pesar de mis reticencias, acudí al cine a ver el Everest en pantalla grande. Reconozco que no me gustan las películas de desgracias montañeras, entiendo que la épica de la superación es tentadora para los guionistas, pero me gustan las películas en las que la montaña sea la protagonista y no los accidentes.

Por otro lado tenía miedo de que la película fuese una fantasmada al estilo de Límite Vertical, pero a pesar de todo ello, pagué mi entrada y fui al cine con la curiosidad de ver Dolomitas disfrazados de Himalaya.

Y he de reconocer que me sorprendió, porque se deja ver sin que nada chirríe. Porque aunque todos sabemos como acaba, mantiene cierta tensión en la trama, a veces parece un documental sobre la tragedia del Everest de 1996 y otra una película sin héroes al estilo de Hollywood.

Aunque a veces se les va la mano con el material de alpinismo actual, hay piolets que no parecen de hace casi 20 años, aunque hay paredes de hielo que parecen de porexpan o algunas actitudes no muy coherentes en los personajes, es una película que vale la pena ir a ver y si al final te preguntas cómo hubieras reaccionado o piensen si la cadena de decisiones fue buena, habrá valido la pena.