Es curioso, la de cosas que puedes encontrar en una cumbre si te paras a observar un poco. Nunca entenderé esa obsesión por llenar el punto más alto de una montaña de diversa parafernalia, vértices geodésicos, cruces, buzones de cumbres, esculturas de cumbres, belenes…
Todo ello no deja de ser contaminación tanto visual como la provocada por incluir elementos ajenos al paraje. Realmente no es necesario nada de ello. Los vértices suelen estar en mal estado, a pesar de las placas que los acompañan, no parecen recibir mantenimiento. Las cruces, vírgenes y belenes son innecesarias muestras de una creencia que si queremos ser paritarios llevaría a las cumbres a los símbolos de todas las religiones.
Mención aparte son los buzones de cumbres que a veces acaban siendo verdaderas esculturas. Entiendo que una época pasada podrían servir de testigos de nuestro paso por la montaña, pero hoy en día hay alternativas tecnológicas como Peakhunter que nos permiten lo mismo sin ensuciar nada. Por eso no entiendo que se instalen hoy en día nuevos buzones.
Todos deberíamos plantearnos dejar el mínimo impacto de nuestro paso, desde bolts a las pieles de una naranja o un plátano, que si que molestan y que no tardan tan poco en desaparecer. Estamos en el inicio de un nuevo año, época de buenos propósitos, buen momento para ello.
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